Contiene 12 composiciones propias desde el blues y el jazz hasta la balada y el rap.
El G.M. yugoslavo, Svetozar Gligoric, de 88 años de edad, presentó hoy en Belgrado su primer disco. "La música intensifica las emociones, convierte la tristeza en buen humor; es la belleza, la alegría, lo más hermoso que hay en la cultura, en el arte", manifestó durante la rueda de prensa en la que presentó su disco, "Cómo sobreviví al siglo XX".
Gligoric empezó a tocar el piano y estudiar armonía a mediados de la década de los 90, y compone desde 2005. Para él la música fue su "primer amor". Le acompañó desde su infancia durante toda su vida y, dijo, ha decidido dedicarse intensamente a ella en su vejez.
El disco incluye dos temas instrumentales y "Gliga", como se le conoce popularmente, es asimismo autor de las letras de las diez canciones, la mayoría en inglés, "para que también el público fuera de Serbia pueda entenderlas".
La canción principal es, según explicó, la canción "Life is all we have", un lema que refleja la filosofía del autor, que afirma que "nuestra vida es la mayor riqueza".
Gligoric comparó la música con el ajedrez al decir que concibe ambas actividades como "una arquitectura con una serie de elementos diversos", las figuras y las notas que tienen sus propias reglas y que hay que entender.
EL G.M. yugoslavo ha escrito varios libros y es un gran y es un gran teórico de las aperturas. El libro de Gligoric "Fischer vs. Spassky", en inglés, sobre la partida de los dos grandes del ajedrez en 1972 en Reikiavik alcanzó unas ventas de 400.000 ejemplares y ha sido traducido al serbio, alemán, francés, español y portugués.
Fue campeón de Yugoslavia en 11 ocasiones, ganó 12 medallas olímpicas y 10 europeas. Durante tres décadas fue el primer tablero de la selección de Yugoslavia, durante muchos años el segundo país con más triunfos en ajedrez, detrás de la Unión Soviética.
1 comentario:
Es extraordinaria la vitalidad de este genial gran maestro.Aprender a tocar instrumentos y además componer a una adad tan avanzada es algo que debe llenar de admiración y servir de ejemplo a todos sin excepción.
Tuve el honor de conocerlo en Buenos Aires en 1968 y hasta jugué 2 partidas de Blitz, o ping-pong como le decíamos.Lo único que no me gustó fue el resultado, porque prácticamente me "desapareció"
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