IV Final del Grand Slam
Por su parte, el líder del torneo que se disputa en Bilbao, Vasily Ivanchuk, empató con Anand.
El ajedrez es un juego de dioses practicado por humanos. Y estos, pese a ser capaces de calcular con mucha antelación, se equivocan. El español Francisco Vallejo, en una posición en apariencia sencilla, cometió un grave error ante el noruego Magnus Carlsen, primero en la lista FIDE, y perdió primero un caballo y más tarde la partida en 46 jugadas.
Vallejo, con las piezas negras, volvió a ser el rey mago. En una posición de tablas, en la jugada 32 y con 8 minutos en el reloj, no vio una celada casi de aficionado. Todo el trabajo anterior, excelente y de una increíble precisión, no sirvió para nada. Así de duro es el ajedrez, y Vallejo, que pudo haber abandonado en ese momento, prefirió seguir durante más de media hora para autocastigarse por su equivocación.
El milagro era imposible, la posición no era propicia para ello, y nuestro representante no tuvo más opción que el abandono. Un día de furia en vísperas de la jornada de descanso. "No hay excusas, más cuando tenía algunos minutos en el reloj; estoy decepcionado, he jugado muy bien, pero la única forma de olvidar es pensar en la próxima partida", declaró el menorquín nada más concluir el enfrentamiento.
Ivanchuk y Anand protagonizaron una gran partida, toda corrección, que concluyó en tablas en 58 movimientos. Los que abominan de los empates tendrían que considerar que estos son parte de la naturaleza del juego y que son más bellos que un juego lleno de errores. Cuando son fruto de la lógica, tras una prologada lucha, sólo hay que aplaudir. Ivanchuk y Anand maniobraron de manera elegante hasta llegar a un final de dos caballos y seis peones contra dos caballos y seis peones. Las posteriores simplificaciones terminaron con un justo reparto de puntos.
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